I
¿Han observado como yo
el rostro de la mujer gozando?
Es una mirada interrogante
una almendra partida
por su propia amargura.
Alarido en remojo fiel
de un pecho u hombre famélico
que acaudala grasa o cieno.
Mirada de otro sobre sí
sudor de otro en mí
resistiendo con uñas y dientes.
Prueben a llorar en madrugada
como el niño asustado por la luz,
a desvestirse en soledad
de la vida cotidiana
y deslizarse en único intento
por el tobogán donde espera
con su túnica de hiel la muerte.
No sean timoratos
cambien fechas por recuerdos
e hilen cuidadosamente sus penas
en un telar de casualidades
aparecerá su rostro dibujado.
Pregunten por la desidia
de los besos nunca dados.
¿Han observado como yo
el pulso de la mujer
al pintarse los labios?
No quieran convencerse
ni aliarse con el vencido
en un giro mortal,
no levanten los brazos
en señal de auxilio.
Podrían ser sus vidas
lo toman o lo vejan.
Podría ser el pan que comen
su único aliento enfurecido.
Pero si la muerte
viniendo de a poco
en súbito impacto
pregunta por mis huesos
díganle que me los puse de antracita
y escupo el odio a salivazos.
II
Les conozco bien,
existen ciudades infranqueables
y sitios históricos donde las citanias
son siempre otros hombres.
Hombres venidos a menos
medio hombres.
Hombres de puñales en el fajo
calcificados, calificados y clasificados,
hombres débiles y corpulentos,
agraciados y desgraciados,
hombres altos, inalcanzables,
gigantes comensales de viagra,
hombres acauchutados,
símiles de hombres,
hombres de medio siglo
de hace siglos, de pelo en pecho,
hombre moderno apenas
hombres con penas,
ataviados de ilusiones
y vestidos de preocupaciones,
hombres con su fin de mes
cargado en la espalda,
envidiosos, furibundos
hombres de última generación.
Hombres de cálculos perfectos
con cálculos en su riñón perfecto.
Hombres pusilánimes
con fusiles bajo el brazo
apuntando a sus propias cabezas
sin ánimo a dispararse.
Hombres pegadores y que se pegan
que se suben a las paredes
y mean el jardín del vecino.
Hombres calibrados y desequilibrados
totalmente blancos de sí mismos.
Hombres enfrente de su espejo
con insomnio y segurísimos.
Hombres deprimidos
ápices de hombres
totalmente enamorados,
tímidos y crueles
completos de su sombra
complementos de hombres,
atemorizados.
Hombre a plazos, a pagarés,
respetuosos,
inseguros soldados de su cobardía.
MANUEL MENASSA DE LUCIA
Escuela de Poesía Grupo Cero
Taller Sábados 17,30 h. Madrid
Coordinadora: Alejandra Menassa de Lucia
Cuadro: "Constelaciones del Sur"
de Manuel Menassa de Lucia
http://momgallery.com/
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